Había decidido irme de allí. De Celestia. No podía estudiar bien la medicina de las otras criaturas si sólo tenía celestes con quienes practicar. A Loi no le pareció bien. Hasta habíamos discutido, y eso que él se jactaba de tener más paciencia que yo. Fruncí el ceño y me senté en el césped mecido por el viento.
Ya no había vuelta atrás. Me iría a cualquier parte donde fuera de ayuda, en donde poder aplicar lo que en teoría sabía. Quizás buscaría un pueblo de humanos, eran interesantes a pesar de sus mentes desordenadas e incluso algunas malévolas. Suspiré y me puse de pie para seguir el camino fuera de Celestia.