Zona boscosa

Aparté la mirada de él con brusquedad
-Claro, tú eres otro de los que piensan que una vida así es de color de rosa -le solté dolida por esas palabras y la ironía con las que lo había dicho- no tienes ni idea... -acaricié las flores con las yemas de mis dedos con delicadeza.

-Y lo haré encantada, en cuanto mi hermana vuelva de su aprendizaje.

-¿Del no-trabajo? no sé que entiendes tú por llevar un reino pero creeme, hay muchas cosas que hacer en él y mucho más ahora cuando podemos entrar en guerra en cualquier momento, cosa que si llega a suceder, seré de las primeras personas en acudir -lo miré casi desesperada- ¿crees que todo esto me gusta? ¿de verdad piensas eso? dime que trabajo tienes tú, te lo cambiaría en un abrir y cerrar de ojos, sin parar a pensarlo ni un solo instante.

-Vosotros lo manteneis con vida mientras que los míos no hacen más que destruirlo, yo intento evitarlo, intento parar todo eso por todos los medios -sacudo la cabeza negando- ¿No crees que eso ya es bastante trabajo? no... imagino que eso no lo puedes comprender...

-Pues siento decepcionarte, pero acabar con toda mi raza es algo que no está en mis manos.

-Por lo menos, yo, por muy humana que sea, no te he juzgado sin apenas conocerte.
Apoyé las rodillas en el suelo cansada de estar tanto tiempo agachada.

No sabía si quedarme allí o volver a casa. En cualquier otro momento me hubiese quedado sin dudarlo, pero por alguna extraña razón no me sentía muy agusto allí en esos momentos.
Antes de llegar a marcharme, lancé una última mirada a las flores que el feérico había hecho crecer allí. Solté un bufido y me puse en camino de vuelta a casa.