Río Awa

Había vuelto por el bosque sin saber muy bien el motivo. Caminaba cerca del río dejando que el pájaro haai que empleaba para mis viajes se acercase a beber.
Cuando alcé la cabeza hacia los árboles, encontré allí a una figura conocida. Parecía ser aquel feérico que conocí la noche anterior
-Hola -saludé no muy alto pero con un gesto de la mano para no molestar.

Acaricié al pájaro dándole un par de palmaditas para que siguiera bebiendo y refrescándose tranquilamente.
Me acerqué hasta el árbol donde se encontraba Licaón y le devolví una sonrisa
-Contemplando un buen espectáculo ¿eh? -pregunté casi afirmando, haciendo referencia a la puesta de los tres soles, creyendo haber adivinado lo que estaba haciendo en aquel lugar.

Parecía que no tenía muchas ganas de hablar, así que me senté en el suelo para contemplar el mismo espectáculo desde otra perspectiva.
-¿Nunca sales de este bosque? -pregunté después de un buen rato de silencio, cuando los tres soles ya habían desaparecido por lo menos desde mi posición.

-No sé, tal vez otros bosques... ver mundo, conocer otros lugares siempre resulta fascinante -exclamé con emoción.

Asiento con un leve cabeceo
-Sí y lo entiendo, pero cuando llevas tanto tiempo en un lugar supongo que lo normal sería conocerlo a fondo. Me extrañaría mucho que no conocieras cada planta y cada árbol de este sitio.

Una amarga sonrisa apareció en mi rostro al escucharle esas preguntas
-¿Qué más da donde viva? Nosotros no tenemos tanto tiempo como vosotros, no podríamos pararnos a conocer cada detalle de todo lo que nos rodea y encima parar a analizarlo.
Me apoyé en el tronco del árbol y me dejé resbalar por él para acabar sentada en el suelo.

-Creeme, no sabes como me gustaría cambiar todo eso, no sabes lo mucho que me gustaría poder tener más tiempo y disfrutar de todo lo que hay a mi alcance -negué con la cabeza- coincido contigo en eso, nos perdemos demasiadas cosas.

-Pertenezco al reino de Shia, ahora vivo en Rud -respondo después de alzar la vista hacia la rama donde se encontraba- por cierto, allí tenemos un pequeño bosquecillo, no es gran cosa, pero si algún día cambias de opinión respecto a lo de ver otros lugares, ese no es un mal sitio -esbocé una leve sonrisa.

-Claro, tómate tu tiempo para pensartelo, ese bosque no se moverá de ahí por sí solo y nadie le pondrá una mano encima para hacerlo desaparecer, eso te lo aseguro -dije con convinción.

-Me gusta velar por cada ser y criatura que de ese bosque y no solo de él, sino de todo el reino -suspiré- aunque a veces eso resulte demasiado dificil.

-Bueno, me refiero a protegerlo de los míos, sé que ahí no se acercaría cualquiera a dañarlo.
Me di cuenta de que Licaón andaba sumido en su propio mundo. Tal vez no tenías ganas de hablar. Eso o se había quedado dormido.
-Esto... me marcho ya, nos vemos en otro momento... supongo.