Río Awa

Llegué a aquel rio en el bosque, donde ya había estado la vez anterior. No sabía si adentrarme en la espesura por si volvía a perderme como ya me sucedió.

Escuché un ruido raro. Agudicé el oído para escuchar mejor. No estaba segura, pero parecía tratarse de un aleteo
-¡Licaón! -grité contenta de encontrar por allí a alguien conocido.

-¿Cómo va todo? -miré a mi alrededor recorriendo el lugar con la mirada algo inquieta- tal vez tú puedas ayudarme, hace poco he estado por aquí y perdí mi caballo, no lo habrás visto ¿verdad?

-Yo... estoy viva que ya es algo -chasqueé la lengua al escucharle- ¿muerto? no, no puede estarlo, es la segunda vez que se escapa y tiene todas mis cosas y... -empecé a hablar atropelladamente.

-¿Imposibles de encontrar? genial, ahora me quedé sin nada -dije algo abatida- bueno, ya me las apañaré como sea, gracias de todas formas -dije al ver que intentaba infundirme algún ánimo.

-Claro, cuidate, nos vemos...
Me quedé allí parada un rato. No sabía donde ir y a casa no podía volver, así que me quedé junto a uno de los árboles que por allí había, dispuesta a pasar la noche, por lo menos allí seguro que no me encontraría con ningún otro shek.
Me levanté al día siguiente. No podía estar quieta en un mismo sitio, debía moverme aunque no sabía a donde ir.
Encaminé mis pasos hacia la salida de aquel bosque, me gustaba, pero por seguridad era mejor mantenerse en movimiento, aunque al final mis pasos parecían volver a llevarme hasta este lugar.